Entrevistas

Ignacio Telesca: “Si no se ve la necesidad de invertir en la gente, tampoco se invertirá en la educación pública”

08/20/2024

El historiador argentino (Buenos Aires, 1967) es una referencia académica en la historia social y religiosa del Paraguay entre el siglo XVIII y comienzos del XX. Es autor de libros como Tras los expulsos, cambios demográficos y territoriales en el Paraguay después de la expulsión de los jesuitas (CEADUC, 2009) y organizador de compendios importantes que reúnen trabajos de especialistas en historia y sociedad, entre los que destacamos Historia del Paraguay (Taurus, 2010) o el recientemente lanzado Un Estado para armar, aproximaciones a la construcción estatal en el Paraguay decimonónico (SB, 2024). Ignacio Telesca estudió el Profesorado en Enseñanza Primaria y comunicación social en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Con el título de profesor bajo el brazo, partió rumbo a la provincia argentina de Misiones, en la zona de El Dorado, para trabajar como maestro rural. Un año después, cruzó el Paraná y convivió durante dos años con las comunidades avá-guaraní del Kanindejú, con sede en la comunidad de Arroyo Guasu, junto con la hermana Mariblanca Barón. La lectura de la obra de Bartomeu Melià, fundamentalmente aquella referente a la experiencia religiosa guaraní lo marcó y, en 1992, ingresó a la Compañía de Jesús en Paraguay. Telesca realizó los estadios tradicionales de formación jesuítica, pero dejó la orden en el año 2003, siendo sacerdote. Como jesuita, estudió Historia en la Universidad de Oxford, de la que egresó con el título de grado y luego con el de máster. Luego de abandonar la Compañía residió en Paraguay y concluyó el doctorado en historia en la Universidad Torcuato di Tella de Argentina, en tránsito permanente entre Asunción y Buenos Aires. En 2009 ingresó al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina y un año después se trasladó a la Universidad de Colonia, en Alemania, para una estancia posdoctoral de dos años como becario de la Fundación Alexander von Humboldt. Al regresar se instaló en Formosa, donde se desempeña como Profesor Titular Ordinario de Historia de América Colonial, entre otras asignaturas. Actualmente, Telesca está concentrado en comprender la relación religión-sociedad entre fines del XIX y mediados del XX, a partir de la figura del obispo monseñor Juan Sinforiano Bogarín. Sin embargo, no descuida amores previos como la cuestión de la afrodescendencia y los jesuitas.

A continuación, socializamos una interesante conversación sobre sus estudios, conclusiones acerca de los afrodescendientes, el racismo institucional, el estudio de la historia en Paraguay y el porvenir de las universidades públicas en Argentina y nuestro país.

¿Cuáles fueron los cambios territoriales y demográficos de fines del siglo XVIII y cómo impactaron en las poblaciones indígenas y los afrodescendientes?

El hito principal fue la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767, que en las Misiones se llevó a cabo en 1768. En términos territoriales, las tierras ocupadas por los jesuitas (del Tebicuary al sur y del río Jejuy al norte) pasaron a depender de la entonces gobernación del Paraguay. El Cabildo asunceno decidió dar en merced (es decir, distribuir discrecionalmente) esas tierras a miembros de la elite local. Así, Concepción y Pilar se crearon en tierras antes controladas por los jesuítica. Por otra parte, la composición poblacional cambió drásticamente. Según el censo del obispo De la Torre de 1761, dos tercios de la población era indígena y más de 50% vivía en las trece misiones jesuíticas que estaban bajo el gobierno y obispado del Paraguay. Tras la expulsión se experimenta un éxodo de indígenas misioneros. Más de la mitad de la población abandona las misiones jesuitas para mezclarse con la población rural de derredor, especialmente en las nuevas tierras bajo dominio del Cabildo. Según el censo de Melo de Portugal de 1782/4, ahora las 2/3 partes de la población era considerada “no indígena”. Obviamente no hubo ninguna migración, sino que los antiguos indígenas misioneros fueron considerados blancos por los censistas. Una estrategia doble: por un lado, los indígenas dejan de ser explotados en una misión y por el otro los nuevos terratenientes se hacen de mano de obra necesaria para atender sus haciendas.

¿Cuál era el peso demográfico de los afrodescendientes en tiempos de la independencia?

Los afrodescendientes representaban 11% del total de la población,  siendo 7% libre y el 4% restante esclavizada. Todo esto según los censos, dado que, atendiendo al alto mestizaje, seguramente la presencia afro fue mayor. Lo interesante es notar que, según el censo de 1799, en Asunción había una presencia afro muy fuerte. Casi la mitad de la población era afrodescendiente, es decir que para tiempos de la independencia de cada dos personas que caminaban por la calle, una era afrodescendiente.

Sin embargo, la historiografía no registra ninguna presencia afro en esos acontecimientos, ni hubo cualquier tipo de resolución positiva por parte de las nuevas autoridades independentistas respecto a la población afro.

¿Cuál fue el peso económico de la esclavitud negra en Paraguay?

El peso económico hasta mediados del siglo XIX diría que fue mínimo. El bien más preciado era la yerba mate y de su proceso productivo participaban indígenas encomendados y luego operarios asalariados. Un esclavizado era muy caro como para dejar que se muera en un yerbal. Su participación estuvo en las haciendas de las órdenes religiosas y en la vida doméstica. Luego, con la consolidación de las Estancias de la Patria, donde muchas familias esclavizadas se insertaron luego de la supresión de los conventos religiosos, su importancia se hizo mayor. El Estado paraguayo, así como poseía Estancias de la Patria, también poseía una esclavatura, que trabajaba para los intereses del Estado, sea para aprovisionar al ejército, en construcciones como la estación de ferrocarril o, incluso, en las obras de la misma mansión de Solano López.

¿Cuáles son las principales diferencias entre la esclavitud negra en Paraguay y la de Brasil, Argentina y Uruguay?

Brasil tuvo un régimen económico esclavista por unos cuantos siglos, lo que no ocurría en el resto de los países del Cono sur.

¿Cuál fue el papel de la Iglesia católica en la esclavitud negra en Paraguay?

La Iglesia, en general, era la mayor poseedora de personas esclavizadas en el Paraguay. Poseía casi 50% de los esclavizados. Las órdenes religiosas eran las principales dueñas de personas esclavizadas: los jesuitas, en el momento de su expulsión, contaban con más de 1.000 personas; los dominicos hicieron lo propio en su estancia en Tabapi, hoy San Roque González; y los mercedarios en su estancia en Areguá (sin contar los que vivían en las respectivas rancherías de cada uno de los conventos).

Había todo un mundo religioso detrás de estas posesiones. Existían cofradías de personas afrodescendientes tanto con los jesuitas como con los dominicos. Es decir, no sólo los explotaban, sino que también les ofrecían una salvación que no era la suya. Igualmente, es muy difícil pedirle a esa generación este tipo de pensamiento, pero no por eso debemos dejar de admitir que, así como ocurrió con los indígenas, hubo una violencia física y una violencia simbólica.

¿Por qué la abolición de la esclavitud en Paraguay se dio sólo en 1869, es decir, de modo tardío?

En realidad, se dio en 1870, con el artículo 25 de la nueva Constitución Nacional. Es cierto que el gobierno impuesto por los aliados lo había resuelto el año anterior, pero sería reconocerle derechos a ese gobierno cuando, en los hechos, convivían dos gobiernos, el del Mariscal (legítimo) y el triunvirato (impuesto por los aliados).

La tardanza en la abolición, como también en la ley de libertad de vientres (que recién vigoró en 1843) se debe a que el principal poseedor era el mismo Estado, que no tenía ningún interés en deshacerse de sus bienes. Pero es un tema para seguir indagando.

¿Hay resquicios de esclavitud, trabajo gratuito, en la económica o en la mentalidad de la élite paraguaya?

No siento que en Paraguay se experimente de una manera mayor o diferente que en el resto de los países de la región. El régimen capitalista en sí alienta la explotación de la mano de obra, y cuanto más mejor.

¿Cuáles fueron las expresiones de racismo institucional o de negación de los afrodescendientes en la construcción cultural y nacional, que emanaron de las élites paraguayas antes y después de la Guerra Guasu?

Diría que la necesidad de una identidad, de comprender quién es el paraguayo, es más palpable después de la contienda. ¿Es acaso ese ser sumiso y obediente que aguantó tres tiranías, como decían los aliados? ¿El bruto, el salvaje? Se fueron generando pensamientos diferentes, que se pusieron de manifiesto en la famosa polémica Báez-O’Leary[1]. Sin embargo, fue Manuel Domínguez el que le puso letra a lo que circulaba en ciertos ambientes y que luego sería la visión hegemónica. De su mano surge la oda al mestizo, con todos los atributos positivos imaginables. Pero un mestizo que a la quinta generación se convierte en blanco. Entonces, mestizos en un comienzo, luego blancos. De esa blancura, dirá en el Álbum Gráfico de 1911, “el pigmento negro no ensombrece nuestra piel”. A partir de allí la negación fue creciendo hasta el punto de escuchar hoy en día que en Paraguay “no hubo negros”.

¿Es correcta la afirmación de que “el paraguayo no es racista”?

No creo que exista lugar donde el racismo esté descartado. Es famoso el estudio de Mauricio Schvartzman en la década de 1980 donde mostró palmariamente el racismo contra el indígena en Paraguay. La exclusión de la pregunta sobre la autoidentificación afro en el último censo, disfracémosla como queramos, pero es un claro caso de discriminación y racismo. Incluso en el debate parlamentario en que se discutía la ley por el reconocimiento de los derechos afros en el 2022 también saltaron demasiados discursos racistas.

¿Es posible afirmar que el estudio de los afrodescendientes es un tema relegado en los espacios académicos paraguayos? ¿Por qué?

En general la historia social ocupa un lugar marginal, aunque cada vez hay más trabajos que intentan mirar al pasado desde abajo. Creo que el tema afro e indígena no son tomados tan seriamente por la historiografía, delegándolos al campo de la antropología, que por suerte ha dado muchas obras de importancia (pienso en los trabajos de Sušnik, pero no la única).

¿Cuáles son los principales obstáculos para el desarrollo de la investigación histórica en Paraguay?

En primer lugar, hay pocos espacios de formación académica. Si no me equivoco, sólo tres universidades ofrecen la carrera de historia: la Universidad Nacional de Asunción, la Universidad Nacional del Este y la Universidad Católica. Casi no existen posgrados y muy pocos jóvenes terminan un doctorado afuera. Al no haber una carrera académica, es muy difícil que se tengan los recursos para investigar. Con el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONACyT) algo se está cambiando, pero sólo será palpable cuando se ponga en marcha la carrera de investigador y, con ello, historiadores puedan dedicarse a tiempo completo a esa actividad.

¿Estamos atrás de Argentina y Brasil en cuanto a producción académica e intelectual?

Sin lugar a duda, y de Chile y de Uruguay. Ellos tienen universidades fuertes (en especial Brasil), con carreras de investigador (como el CONICET en Argentina). Se está en camino, pero a un paso muy lento.

¿Cuál es el papel de la universidad pública, gratuita y de calidad en nuestros países y la importancia de su defensa, por ejemplo, en la Argentina ante los ataques de los gobiernos?

Los gobiernos anarcocapitalistas no ven en la educación pública un derecho sino una carga. En Argentina se está dando una muestra de sus intenciones, desfinanciando a las universidades públicas y a los centros de investigación. Esto va más allá de una mera cuestión disciplinar. La intención es elitizar (económicamente) la educación. Solo podrán estudiar quienes puedan pagar.

Recientemente, el país fue testigo de una serie de movilizaciones estudiantiles y de la comunidad académica también en Paraguay, ¿cómo ves el futuro de la universidad pública, gratuita y de calidad en Paraguay?

No lo veo tan sencillo. El Estado en Paraguay no está pensando en los que menos tienen, y la carga tributaria es un ejemplo. Creo que el sistema universitario, especialmente en la UNA, está dando pasos para no caer en la misma senda, pero es una lucha difícil. La universidad no está al margen de la sociedad y si no se ve la necesidad de invertir en la gente, tampoco se invertirá en la educación pública.

¿Qué libro estás leyendo ahora y recomiendas?

Hace poco terminé de leer MANIAC de Benjamín Labout y una novela breve de Selva Almada, El viento que arrasa. Yo recomiendo leer, buena literatura y buenas obras de historia, de cualquier período, pero buena. Creo que abrir la mente siempre es útil, y más si eso viene acompañado de imaginación.

Entrevista: Ronald León Núñez


[1] SCAVONE YEGROS, Ricardo; SCAVONE YEGROS, Sebastián (Orgs.). Polémica sobre la historia del Paraguay. Cecilio Báez y Juan E. O’Leary. Asunción: Tiempo de historia, 2008.